Los cuadros para el templo de Hilma af Kint son una obra innovadora, monumental y extraordinaria que la autora realizó entre los años 1906 y 1915.
Hilma af Klint (Suecia 1862-1944) fue una precursora del arte abstracto y una de las mejores pintoras de todas las épocas que dejó como legado más de 1000 trabajos, entre pinturas y obra en papel.
En vida expuso y vendió su obra temprana y figurativa, pero nunca mostró sus pinturas abstractas. En su testamento redactó que su obra abstracta no se expusiera en público hasta veinte años después de su muerte, dado que estaba convencida de que hasta entonces no se podría ni valorar ni comprender su obra.
Hilma af Klint era médium, podía contactar con seres espirituales pertenecientes a otro nivel de conciencia, a otra realidad paralela. Quizás era simplemente un proceso de disociación, como comenta el psicólogo americano Michael Grosso[1], donde el yo ordinario parece perder su autonomía, apareciendo otro yo escondido extraordinario. Sea lo que fuere, Hilma af Klint tuvo que ascender a estados de conciencia superiores para llevar a cabo su monumental e innovadora obra artística: Los cuadros para el templo.
Esta obra central y fundamental, que consta de 193 cuadros, fue creada por encargo de una entidad llamada Amaliel, en dos etapas diferenciadas. La primera etapa, de noviembre de 1906 a abril de 1908, pintó 111 cuadros de diversos formatos. Estas pinturas, tal como describe la artista, fueron pintadas directamente sin dibujo preliminar, con gran energía. Según ella no tenía ni idea de lo que las imágenes representaban, pero trabajaba rápido y segura, sin retocar ninguna pincelada.[2]
Los cuadros quedan catalogados por ella mediante grupos y series. Tratan del desarrollo y de la aparición del mundo material, del surgimiento de la materia a partir del espíritu, de la evolución humana, de las etapas de la vida, de la dualidad de la materia, la dualidad del ser humano, … Las series agrupan diferentes aspectos de un determinado tema, estos son: Caos primigenio (Grupo 1/Serie WU/rosa- 1906-1907), Eros (Grupo 2/Serie Eros/1907), Grandes pinturas de figuras (Grupo 3, 1907), Los diez mayores /(Infancia, Juventud, Edad Adulta, Ancianidad) (Grupo 4, 1907), La estrella de las siete puntas (Grupo 5, Serie WUS / 1908), Evolución (Grupo 6, 1908)
Este trabajo es mantenido en secreto, solo lo enseñará a muy pocas personas. Rudolf Steiner, entonces secretario general de la sección alemana de la Sociedad Teosófica, fue una de las personas que visitó el estudio de la artista. Steiner probablemente se mostró crítico con el trabajo como médium de Hilma af Klint. Tal como nos comenta Iris Müler: Rudolf Steiner desaprobaba la percepción mediúmnica al considerarla una clarividencia “atávica”, pues hace del ser humano un elemento pasivo[3]. Y es que Steiner hace una distinción entre la conciencia clarividente y lo mediumístico o visionario. Siendo la conciencia clarividente la real y verdadera captación artística del mundo[4].
El encuentro con él no debió ser positivo pues Hilma dejó de lado su obra durante cuatro años. Tras este encuentro Hilma comenzó a interesarse por el cristianismo esotérico. En su libreta de anotaciones, del día 4 de septiembre de 2011, la autora menciona la obra La teosofía de los rosacruces del Dr. Rudolf Steiner[5].
En su segunda etapa, entre 1912 y 1915, pintó 82 cuadros más. Esta vez elabora sus obras de manera más consciente, tal y como transmite Rudolf Steiner, desarrollando la conciencia clarividente, que asciende al mundo espiritual a diferencia de la visión mediumística[6]. En esta etapa, la pintora no siente que su mano es guiada sino más bien pinta a partir de las imágenes que le va transmitiendo su subconsciente, pudiendo tener de esta manera una mayor libertad y control en la elaboración de sus cuadros.
Influenciada por el cristianismo esotérico de Rudolf Steiner, también en sus obras tomará una mayor relevancia la iconografía cristiana.
A partir de entonces, su pintura abstracta se va a elaborar cada vez más con figuras geométricas. En esta etapa compondrá también diversas series agrupadas en temas: Árbol del conocimiento (Serie W, 1913-1915), El cisne, la paloma (Series SUW/UW, 1914-1915).
De octubre a diciembre del 1915 produce su obra final de Los cuadros paras el templo, pintando los tres Retablos. Son tres cuadros de grandes dimensiones, que se pueden comprender como una síntesis de todas las series precedentes. Toda esta colección de cuadros estaba diseñada para ocupar las paredes de un templo, que estaría construido en forma de espiral. Los tres retablos ocuparían la parte central de dicho templo.
En definitiva, Los cuadros para el templo suponen una obra creativa en la que, a través de las formas y los colores, Hilma af Klint hace visible aquello que recibe del exterior, aquello que ve de manera clarividente y que le va llegando desde otros planos de la realidad.
Su obra precedió a la de los primeros artistas abstractos, quienes encontraron unas fuentes similares de inspiración para componer sus obras, como es el caso de Kandinsky, Mondrian, Malévich y Kupka, quienes, al igual que Hilma af Klint, se fueron desligando de la realidad visible para encontrarse al otro lado, en la dimensión espiritual, donde la visión suprasensible penetra en el mundo del espíritu[7].
Del 20 de abril al 3 de septiembre de 2023 se podrá visitar la exposición de Hilma af Klint y Mondrian en el Tate Modern Museo de Londres.
[1] PASI, Marco, 2014, p.57
[2] MÜLLER, Iris, 2013, p. 38
[3] MÜLLER, Iris, 2013, p.127
[4] STEINER, Rudolf, El Arte y la Ciencia del Arte, p.147
[5] MÜLLER, Iris, 2013, p.51
[6] STEINER, Rudolf, El Arte y la Ciencia del Arte, p.146
[7] Ibíd., p.122